miércoles, 22 de diciembre de 2010

13. ¿Hay vida extraterrestre inteligente?




La vida en las ciudades tiene ventajas, pero también desventajas. Hace apenas siglo y medio, el alumbrado público era precario; hoy, la vida nocturna pulula en las grandes ciudades, gracias a la iluminación. Pero, una de las desventajas de la iluminación nocturna es el no poder contemplar la claridad de un cielo estrellado. La simple observación de cielo estrellado nos permite pensar sobre lo vasto que resulta el universo. Apenas vivimos en un planeta que está inscrito en un sistema que orbita en torno a una estrella (el sol); a su vez, este sistema solar está inscrito en una galaxia que está conformada por cientos de millones de estrellas ; y a su vez, los científicos calculan que existen alrededor de cien billones (mil millones) de galaxias. Nuestra existencia es diminuta, al comparar las dimensiones del universo.
Esto parece motivo suficiente para suponer que, en un universo tan vasto, debe haber formas de vida inteligente en algún otro rincón. Tentativamente, podemos intentar calcular el número de civilizaciones extraterrestres que existen actualmente en nuestra galaxia. Consideremos, en primer término, el número de estrellas que hay en la galaxia. De ese número de estrellas, consideremos la fracción que tiene planetas a su alrededor, y a la vez, consideremos el número promedio de planetas que orbitan en torno a una estrella. Esto nos permitirá aproximarnos al número de planetas en la galaxia. De ese número de planetas, consideremos la fracción que puede albergar condiciones favorables a la vida. De ese número, consideremos la fracción en la que, en efecto, surge la vida. De ese número, consideremos la fracción en la que la vida alcanza un nivel evolutivo con inteligencia. De ese número, consideremos la fracción en la que la vida inteligente alcanza un nivel civilizatorio para comunicarse con otras civilizaciones en otros lugares de la galaxia. Y, por último, consideremos la cantidad de tiempo de existencia de esas hipotéticas civilizaciones.
El problema con estas consideraciones es que no conocemos bien esos números, y si bien esta manera de proceder sirve para organizar nuestro pensamiento sobre las posibilidades de vida inteligente extraterrestre, por ahora sólo podemos especular. Dependiendo de cómo calculemos esos términos, podemos concluir que actualmente existen millones de civilizaciones extraterrestres, pero también podemos concluir que somos los únicos seres inteligentes en el universo. De hecho, los cálculos de los científicos oscilan entre esas dos posibilidades.
Probablemente debido a la exploración espacial de las últimas décadas, y al interés que los ciudadanos comunes tienen en las posibilidades de vida extraterrestre, ha pululado una mitología según la cual, los extraterrestres ya nos han visitado. Algunas personas alegan haber tenido encuentros desagradables con extraterrestres (supuestamente, estas personas han sufrido experimentos sexuales a manos de los alienígenas); otros alegan que los extraterrestres han dejado evidencia de sus visitas en sitios arqueológicos. Nada de esto es creíble por una persona racional. Hasta ahora, no hay ninguna evidencia de vida extraterrestre.
Pero, con esto, enfrentamos una aparente paradoja. Si el universo es tan vasto, y según hemos visto, una consideración de los términos nos permite una especulación optimista respecto a las posibilidades de vida inteligente extraterrestre, entonces, ¿dónde están los alienígenas? La paradoja procede de la incompatibilidad entre un inmenso universo con aparentemente muchas probabilidades de albergar muchas civilizaciones extraterrestres, y el hecho de que, hasta donde observamos, somos los únicos seres inteligentes en el universo. Podemos recurrir a varias hipótesis para resolver esta paradoja.
Quizás las probabilidades de que surja vida en un planeta sean bajísimas, y nosotros hemos sido los afortunados. O, si no, quizás las probabilidades de que la vida alcance un nivel avanzado de inteligencia son muy bajas, y de nuevo, nosotros hemos sido los afortunados. Quizás, de forma trágica, las civilizaciones no tienen un largo periodo de duración, y se extinguen antes de poder establecer contacto con otras civilizaciones. El final de la civilización podría deberse a las amenazas de catástrofes naturales o, peor aún, la autodestrucción. En ese caso, nuestro futuro no sería muy esperanzador.
Quizás hay vida inteligente extraterrestre, pero estos seres han alcanzado tal nivel de avance tecnológico, que no tienen interés en contactarnos. O, si no, quizás ya nos estén observando antes de decidirse a interactuar con nosotros; en otras palabras, nosotros estaríamos en una especie de zoológico en el cual ellos serían los observadores. También podría ser que los alienígenas no nos contacten, por temor a las consecuencias (guerras, epidemias, etc.).
Quizás los extraterrestres nos envíen señales de su existencia, y nosotros no las hemos sabido interpretar. Puesto que no sabemos cuál forma de lenguaje emplearían los extraterrestres para comunicarse con nosotros, hemos de presumir que las primeras formas de contacto serían en algún lenguaje universal, preferiblemente, el de la matemática (por ejemplo, enviarían señales radiofónicas con la secuencia de los números primos). Por ahora, sólo podemos especular.

2 comentarios:

  1. Gabriel, he tratado varias veces de publicar comentarios y no me deja, espero que ahora sí. Pero he tenido que reescribirlos tanto (porque se borran, irrecuperables) que me da rabia ya. Saludos


    1. “El problema con estas consideraciones es que no conocemos bien esos números, y si bien esta manera de proceder sirve para organizar nuestro pensamiento sobre las posibilidades de vida inteligente extraterrestre, por ahora sólo podemos especular.” Lo que hacemos siempre es especular. Decir lo que podría ser o mejor aún: lo que podría empezar a pensarse sobre algo. No es mucho, pero no es poco. Es un paso. Es el paso inicial que han dado los filósofos. Y ante cada nueva situación que se atraviesa al hombre, surge nuevamente la especulación como actividad. Ciertamente, habría que decir “la especulación seria”, porque, tal como han sido las cosas, las especulaciones se han ido a veces muy fuera de borda o como dicen los españoles, tan graciosamente, se han salido de madre y que las arregle su padre. Eso, en cuanto a algunas especulaciones desde la filosofía. Luego están las especulaciones hechas en otros campos no filosóficos, a veces con buena intención, pero con poca instrucción y menos método para pensar ponderadamente las cosas. Muchas de estas últimas especulaciones, aunque sugestivas e ingeniosas, también han llegado a absurdos y, lo que es peor, callejones sin salida, donde ya no se puede seguir pensando con provecho, y la mente llega ahíta de razonamientos, y estéril de ideas. Habría que guiar nuevamente la especulación por caminos más ordenados, más cuidadosos. Pocos están dispuestos a ellos, si lo que al final van a decir no es un “sostengo que…” o un “afirmo que…” sino un casi tímido, inseguro y hasta vacilante “se puede pensar que…”. No es extraño que muchos prefieran la ciencia. Es tan sabia esa decisión, como la de, estando entre dos caminos para llegar a una misma meta, optar por el que está más iluminado y señalado y obviar el más oscuro y lleno de neblina. Pero yo pregunto: ¿Cuál de ambos caminos es el que se parece más a la experiencia humana?
    2. Nuevamente, si queremos asegurar la incerteza, pienso que debemos continuamente velar por la duda y el escepticismo no solo ante lo que accedemos en la experiencia, sino mucho más importante, la duda y el escepticismo ante nuestro propio juicio para pensar aquello a lo que accedemos en la experiencia. Pero que ese pensamiento hacia la duda, que aparentemente quitaría confianza al intelecto, no sea para eso, sino para dársela en su intención de juzgar seriamente sobre aquello que quiere pensar y decir acerca de algo. La intención es no salir mudos de ninguna experiencia. Pero lo difícil es saber qué construir con ideas y palabras acerca de ella.

    3. Por último, una reflexión más libre: quizá mucho del pensamiento sobre estos extraterrestre tiene que ver con un hecho remoto pero para mi relacionado: con la "muerte de Dios". Sintiéndonos solos en el mundo, en la tierra, en nuestra experiencia, en nuestra vida, quisiéramos aferrarnos a una esperanza de encontrar otra voz que alivie nuestra soledad. Como dije al principio, yo no creo que haya otras voces en el universo, pero al menos sabemos que estamos nosotros. Tomémonos como punto de partida. Este es un buen arranque tanto para creyentes como no creyentes, porque al menos concordamos en que nosotros existimos. Empecemos por nosotros: tratemos de oírnos, de oír y sentir y cuidar y estar más pendientes ya no tanto de "extraterrestres" sino de "terrestres". Yo creo que si lo hacemos bien, es difícil que quedemos defraudados. Aunque es una promesa de la ética, quizá no sea una mentira.

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  2. Estamos bastante de acuerdo en que los extraterrestres han venido a ocupar el vacío que ha dejado la ausencia de Dios en los tiempos modernos. De hecho, hay muchas similitudes entre las apariciones marianas y los avistamientos de platillos voladores, o entre el misticismo y los encuentros del tercer tipo.

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