![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpQuFe-XxM8Vb6mJ3PR_3xtFOG5qsKu-MqxExOl0X_LrfIqtMkJsvMEe14V2ZRvc0wmQxrNNwl4YAXqR7ujDlzp_pVuOoKvvfO6V8SFpkPr5Ye_462ffEkuMIQ5L6h17xWyfNAzv97hckt/s320/15ec0ee5c9.jpg)
Cuenta una antigua leyenda que los dioses castigaron a un hombre con un suplicio terrible: todos los días, este hombre tenía que llevar una piedra pesadísima hasta la cumbre de una colina. Al llegar a la cumbre, la piedra rodaría hasta abajo. El hombre tendría que descender de la colina, y volver a llevar la piedra a la cumbre. Nuevamente, la piedra rodaría hasta abajo, y así sucesivamente.
Tratemos de imaginar el suplicio de este hombre: sin duda, es una condena terrible. No importa cuánto esfuerzo aplique en subir la piedra, no importa cuál tecnología emplee para llevar la piedra hasta la colina, la piedra rodará hasta abajo nuevamente. La vida de este hombre perdió todo su sentido, pues estuvo condenado a repetir una y otra vez la misma tarea. Quizás, si tuviese una pistola a su disposición, este hombre haría bien en suicidarse: con eso, acabaría con el tedio de una vida absurda condenada a esforzarse a subir una roca, sólo para encontrarse que ésta regresa al lugar inicial.
Pero, antes de sentir demasiada compasión por este hombre, consideremos que nosotros no estamos en una situación muy distinta. Diariamente emprendemos actividades que, al analizarlas, muchas veces cuesta encontrarle su sentido. Muchas de estas actividades son claramente banales, como por ejemplo, el coleccionar barajitas o el ir a un centro comercial y comprar regalos de navidad. Pero, inclusive otras actividades que, a simple vista no resultan banales, pueden también resultar sin sentido. ¿Cuál es el sentido de levantarse temprano en la mañana para ir al trabajo? ¿Cuál es el sentido de criar a los hijos? ¿Cuál es el sentido de tratar de salvar el planeta de la contaminación?
En fin, ¿cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué no suicidarse? La mayoría de las personas que se suicidan lo hacen porque no encuentran sentido a seguir viviendo. Pues bien, para evadir el suicidio, debemos intentar encontrar algún sentido a nuestra existencia.
Algunas personas han creído encontrar ese sentido en Dios y la vida eterna. Según este criterio, al reconocer que nuestra existencia es finita y temporal, todo carece de sentido. Da igual levantarse temprano o no para ir al trabajo; después de todo, ese trabajo se acabará algún día. Da igual cuidar la salud o no; después de todo, de algo hay que morirse en esta vida. Da igual criar a los hijos o no; después de todo, éstos también van a morir. Da igual cuidar el planeta o no; después de todo, el sol colapsará en cinco billones de años. No importa si todo se acabará en cinco minutos, o en diez billones de años, el hecho de que efectivamente todo llegará a su fin, hace a nuestra vida absurda.
Dios y la vida eterna nos garantizan el sentido a la vida. Pues, al tener una garantía de que nuestras acciones perdurarán en el tiempo, éstas ya no resultan absurdas. Con Dios y la vida eterna, hay una motivación para vivir. Pues, presumiblemente, asumimos la misión de cumplir los mandamientos divinos y conservar la esperanza de estar a su lado en algún momento. Al contemplar la existencia de Dios, fomentamos el sentimiento de que no estamos solos en el universo, y esto nos brinda satisfacción en nuestra vida diaria.
Ciertamente esto funciona para muchas personas. Pero, la existencia de Dios y la vida después de la muerte están lejos de ser evidentes. Algunas personas postulan que, aun en el caso de que Dios no existiera, habría que inventarlo para poder encontrar sentido a la vida. Pero, también hay espacio para colocar esto en duda.
Quizás el sentido de la vida está precisamente en asumir que Dios no existe y no hay vida después de la muerte. Al asumir que nuestra existencia es finita y temporal, aprovechamos más las oportunidades y apreciamos mejor la vida. Precisamente al contemplar que todo eventualmente se acabará, buscamos asegurarnos de que esta única vida que tenemos la vivimos al máximo, pues no hay otra oportunidad.
Pero, ¿cómo, exactamente, podemos sacar el máximo provecho a la vida? Quizás sea necesario reconocer que, sencillamente, no hay un sentido global para nuestra existencia. Después de todo, nuestra vida no es muy diferente de la del hombre que diariamente sube la roca a la colina, sólo para verla rodar hasta abajo. Pero, quizás sí podamos encontrar sentido a las pequeñas cosas que hacemos. Al final, todos buscamos el placer. Y, en función de esto, es plausible postular que el sentido de la vida es precisamente la búsqueda de placer.
Quizás nuestra justificación para no suicidarnos es, sencillamente, que vivimos para el placer. Es irrelevante si, eventualmente, todo se acabará. Una sesión de masajes no deja de ser placentera por el mero hecho de que ésta sólo dura una hora. Pero, en todo caso, conviene asumir una postura mucho más práctica. En vez de mortificarse demasiado con esta pregunta (la cual, si no respondemos a nuestra satisfacción, podría incluso llevarnos al suicidio), es mejor dedicarse a actividades diarias que nos resulten placenteras y, en cierto sentido, desvíen nuestra atención. Llevar una vida sana y diversificada parece suficiente. Quizás el sentido de la vida se encuentre en el estudio, el ejercicio, la caridad, la crianza de los hijos, la amistad, las artes, y tantas otras actividades que nos hagan pasar un buen momento.
Saludos Gabriel, ciertamente tu exposición me parece bastante acertada y de hecho me recuerda al planteamiento de Nietzsche, buscar el fin ultimo en una vida después de la muerte, vivir esta vida pensando en una retribución que nos será otorgada después de la muerte, a la larga ira disminuyendo nuestra voluntad de poder hasta el punto en que todos nuestros actos serán dirigidos a tal fin y descuidaremos nuestra vida terrenal, la verdadera vida (por lo menos en mi caso) ya que si el contrario de la muerte es la vida (del cuerpo) entonces ¿como poder hablar de una vida sin cuerpo? así tengamos existencia, NO corpórea, yo no le llamo vida, y hablando de alguna existencia corpórea después de la muerte, prefiero reír y seguir tomando mi cerveza. Feliz Navidad Profesor mis saludos y respetos, Salud y larga vida a ud y a los suyos. Esteban Martinez
ResponderEliminarHola Esteban, Nietzsche no es un pensador que me agrade mucho, pero sí puedo estar de acuerdo con la idea de que el preocuparse por la otra vida hace que nos despreocupemos por ésta, y que es muy difícil concebir una existencia incorpórea (a pesar de que, vale advertir, la inmortalidad no necesita ser una existencia incorpórea; queda el recurso de la resurrección).
ResponderEliminar