miércoles, 29 de diciembre de 2010

22. ¿Por qué debo ser moral?




Cuenta una antigua leyenda que un pastor se encontró un anillo mágico. Este anillo permitía ser invisible a quien se lo colocase. El pastor se lo colocó y, en efecto, se volvió invisible. Al no ser visto por nadie, empezó a hacer travesuras. Primero, estuvo escuchando una conversación entre sus amigos, con el fin de averiguar si chismorreaban sobre él en su aparente ausencia. Pero, luego, las travesuras se volvieron más graves. Empezó a observar desnuda a la reina, y eventualmente mató al rey para después casarse con la reina.
Este pastor tenía una conducta moral ejemplar antes de encontrarse el anillo. Pero, al hacerse invisible, vio la oportunidad de hacer acciones inmorales sin que nadie lo castigase. El anillo, en otras palabras, quitó freno a su inmoralidad. Si alguna vez nos encontráremos con un anillo como ése, ¿seguiríamos siendo morales? Si podemos robar, matar y hacer todo cuanto nos plazca, a fin de satisfacer nuestros deseos, sin el menor riesgo de ser castigados, ¿lo haríamos?
Sabemos bastante bien que robar, matar y mentir es inmoral. Pero, en todo esto surge una pregunta más profunda: ¿por qué robar, mentir y matar es malo? ¿Cuál es la justificación de la moral? ¿Por qué debo ser moral? Al hacerse invisible, el pastor no encontró motivo para ser moral. Si, haga lo que haga, siempre podrá salirse con la suya, entonces según su razonamiento, no parece haber motivo para colocar freno a la satisfacción de sus deseos, incluso si eso va en detrimento del bienestar de los demás.

Pareciera, pues, que el único motivo por el cual el hombre es moral se debe a la vigilancia de algún policía. Al quitar esa vigilancia y la amenaza de castigo frente a la infracción, la moralidad colapsa. Por supuesto, no hay ninguna policía que tenga la capacidad de vigilar cada una de las acciones humanas; ni siquiera el más totalitario de los Estados lo lograría. Pero, precisamente en función de eso, algunas personas consideran que, para salvaguardar la moral, es necesaria la existencia de Dios. Dios siempre actúa como el policía que vigila nuestras acciones, y es precisamente su existencia lo que nos disuade de robar, mentir y matar. Para estas personas, el motivo para ser moral es el temor al castigo divino.
No obstante, quizás podamos buscar otras razones para ser morales, sin necesidad de apelar a Dios. La primera de ellas es que está en nuestra propia conveniencia ser morales. Los seres humanos somos interdependientes, y para poder alcanzar cierto nivel de bienestar, necesitamos la cooperación de los demás. Por ello, conviene ser bueno con los demás para que, eventualmente, los demás sean buenos con nosotros. Algunas personas han asumido que el interés propio está en conflicto con el interés de los demás, pero esto dista de ser evidente. Antes bien, una persona racional viene a comprender que, para alcanzar el bienestar personal, es necesario que los demás también alcancen bienestar. Al menos en la especie humana, la satisfacción personal parece más ajustada a la simbiosis que a la depredación y el parasitismo.
Entre los seres humanos hay mucho desacuerdo respecto a qué es lo bueno. Pero, hay al menos consenso universal sobre un mandato elemental: trata a los demás como quieres que los demás te traten. Este mandato recapitula la necesidad que tenemos de vivir en comunidad para satisfacer nuestras necesidades. Si soy inmoral con los demás, eventualmente los demás serán inmorales conmigo, y eso me perjudicará.
Por supuesto, no hay plena garantía de que el ser bueno con los demás asegurará que los demás serán buenos conmigo. Mucha gente ha llevado vidas virtuosas, y ha recibido maltrato de los demás; y mucha gente ha llevado vidas viciosas, y ha recibido un buen trato de los demás.
Pero, el ser bueno con los demás aumenta las probabilidades de que los demás sean buenos con nosotros. Ciertamente existe la posibilidad de ser inmoral y no salir perjudicados, pero la probabilidad está en contra de ello. Lo más conveniente es no arriesgarse.
O, incluso, debemos hacer el bien porque con ello sentimos placer. Es cierto que algunas personas en el mundo gozan con el sufrimiento ajeno. Pero, la vasta mayoría de nosotros nos sentimos mal después de realizar una acción inmoral. De hecho, algunos científicos han estudiado cómo las zonas de placer en el cerebro se activan cuando hacemos una buena acción. Pues bien, si hacer el bien genera satisfacción y placer, entonces he ahí otro motivo para ser morales.
Por otra parte, quizás debamos prescindir del cálculo de beneficios en las acciones morales, y debamos asumir que la principal justificación para ser moral es porque, sencillamente, es nuestro deber. No necesitamos de un policía, o de la consecución del bienestar propio, para justificar la moralidad. Debemos hacer el bien precisamente porque corresponde a nuestra naturaleza como seres morales. Ciertamente hacer el bien nos ayudará a vivir mejor, pero aun en el caso de que eso no fuere así, tenemos un deber que cumplir.
Por último, quizás la pregunta “¿por qué debo ser moral?” esté mal planteada, en el sentido de que la acción moral no necesita justificación. Diariamente asumimos cuestiones que no necesitan justificación. No podemos justificar, por ejemplo, nuestra creencia de que no es posible que el cielo sea azul y a la vez no sea azul. Esto resulta axiomático. Un axioma es aquella creencia evidente por sí sola, pero que no es justificada. Pues bien, quizás la moral repose sobre algunos axiomas. Quizás no podamos demostrar por qué robar, matar o mentir sea malo, pero es evidente que sí lo es.

5 comentarios:

  1. Ese cuento es de Sócrates en Platón en la República 375a, si no me equivoco, el personaje en cuestión se llama Giges. Lo recapitula Glaucón evaluando ante su audiencia el argumento de Trasímaco sobre la conveniencia y bondad de la injusticia sobre la justicia. Y mi criterio moral se aproxima más al de éste que el de aquél (el de Sócrates)por ser más realista y más ajustado a la vida interdependiente de los seres humanos en sociedad, según lo exijan las circunstancias. Desde hace rato que las abstracciones metafísicas de Platón no me satisfacen, sobre todo en sus análisis sobre la vida moral y la sociedad en general. Victoria Camps, catedrática española de Ética escribió un precioso y muy fluido libro sobre Ética y Filosofía Política, en dónde compendia una antología comentada de textos claves en la historia de la filosofía occidental sobre estos temas.

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  2. Hola Gendrik, gracias por tu comentario. Veo que conoces muy bien el texto de la República. En efecto, trato de recapitular el mito de Giges; en este blog trato de no hacer nombres explícitos, a fin de que gente no muy versada en filosofía pueda mantener un interés. Victoria Camps es muy interesante y muy accesible, voy a revisar ese texto a ver qué tal. Sospecho que, como tú, yo me alejo de las abstracciones de Sócrates respecto a la ética. Por otra parte, no estoy muy seguro de que si yo fuese invisible, entraría a robar en un supermercado... probablemente me sentiría mal después de hacerlo, y eso para mí es suficiente como para no hacerlo.

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  3. Gracias a ti gabriel, la verdad es que escribes muy bien, eso significa que piensas y reflexionas reposadamente bien y te tomas muy en serio el oficio intelectual, uno se mantiene atento con las provocaciones que haces públicamente por estos medios y sobre todo se aprende. Saludos

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  4. Hola a todos:
    Cuando una persona ha escogido "libremente" quién quiere ser, y se esfuerza en conseguirlo por sí mismo, sin segundas intenciones de paga celestial, etc. Entonces, esa persona ha empezado a ser el que quería ser. Si se diese el caso de encontrar el anillo de Giges, no podría actuar de otra manera ya que se traicionaría a sí mismo( ya que él es quien ha querido ser así); pero resulta evidente que sería una gran prueba o criterio de su identidad. Algo así como un examen...
    Todos creemos saber quienes somos y seguramente no estemos muy alejados de nuestra imagen. Aun así, yo creo que hoy día el mayor problema radica en que no encontramos un perfil adecuado desde el que construir nuestra identidad individual(no individualista). Yo creo que llevo muchos años realizando sobre mi persona el esfuerzo de procurar ser el que quiero ser; por lo tanto, si ese anillo cayese en mis manos procuraría no usarlo...
    Pero, aquí, en España, se dice que "las palabras se las lleva el viento".
    Un saludo.

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