sábado, 25 de diciembre de 2010

18. ¿Por qué los oprimidos tardan en rebelarse?



Rico McRico vive rodeado de mayordomos, lujos y comodidades. Tiene todas sus necesidades materiales resueltas en la vida, y no dedica ningún esfuerzo a su trabajo, pues los negocios que le dejó su padre marchan por sí solos. Por su parte, Pablo Pueblo trabaja en la fábrica cuyo propietario es Rico. Pablo trabaja catorce horas al día arduamente, sólo alcanza a comer dos veces al día, y casi no tiene tiempo de ver a su familia. Rico vive en una mansión, Pablo vive en una chabola. Rico se perfuma con aromas; Pablo queda hediondo a carburo, y no tiene muchas oportunidades de bañarse, pues su acceso al agua es precario. Pablo, en otras palabras, es un oprimido.
Por regla general, los oprimidos son mayoría, y los opresores son minoría. En ocasiones, los opresores han afianzado el control de los medios represivos y el aparato armamentístico, de manera tal que existen pocas posibilidades de que los oprimidos se rebelen. Pero, en otras ocasiones (quizás la mayoría de las veces), si los oprimidos se organizan y acuden a una unión con otros oprimidos, tendrían la capacidad de rebelarse y forzar a transformar las condiciones sociales a su favor. De hecho, así ha ocurrido en muchas ocasiones en la historia: las grandes revoluciones sociales obedecen a esta dinámica.
Pero, también sorprende ver cómo muchas veces los oprimidos tienen el potencial de emprender una rebelión con éxito, y aún así no lo hacen. Seguramente, en la fábrica en la cual trabaja Pablo, hay mucha gente oprimida como él. Si Pablo y sus compañeros formaren un sindicato, probablemente lograrían presionar a Rico McRico para mejorar sus condiciones de trabajo y repartir de forma más equitativa la ganancia que se genera.
¿Qué detiene a Pablo y sus compañeros de rebelarse en contra de Rico McRico, o al menos, de buscar la iniciativa para formar un sindicato? Si bien a nosotros nos puede resultar muy evidente que Pablo está siendo oprimido, quizás el mismo Pablo no esté consciente de ello, o al menos, no se cree suficientemente oprimido como para rebelarse. En ese caso, la opresión ha alcanzado tal nivel, que paradójicamente, pasa desapercibida frente al mismo oprimido. Pablo estaría así alienado: ha renunciado a su propio bienestar y el de su familia, a favor del bienestar de su opresor, y si bien sufre mucho por ello, no da señales de desear que la situación cambie.
Con esto, Rico McRico ha afianzado su posición de dominio. Pero, ¿cómo logró Rico McRico que Pablo quedase alienado? Pues bien, seguramente el grupo de personas acomodadas como Rico McRico se ha asegurado de que toda la sociedad acepte algunas ideas que aseguran que los oprimidos no se rebelen.
En primer lugar, McRico y sus socios han logrado forjar unas leyes que claramente los beneficia en el sistema de opresión. Es verdad que hoy las leyes exigen que los trabajadores sean proveídos con condiciones más o menos dignas de trabajo. Pero, ninguna ley prohíbe a Rico McRico ganar cien veces más que Pablo Pueblo en la fábrica. De esa manera, Rico McRico consigue legitimar su opresión mediante un aparato legal que lo favorece.
La educación es otro gran instrumento para suprimir la rebelión de los oprimidos. En la medida en que a los niños se les enseña desde muy temprano que en el mundo hay personas que nacieron para ser ricas y privilegiadas, y otras para ser pobres y excluidas, las condiciones sociales se mantendrán intactas. Seguramente Pablo y sus compañeros no se han planteado una rebelión porque sus padres y maestros, por los cuales han sentido amor y simpatía, siempre les enseñaron que deben trabajar sin protestar y obedecer al capataz.
La religión también ocupa un lugar en esto. Al asegurar a los creyentes que quienes hayan sufrido pacientemente en esta vida serán recompensados en la próxima, los oprimidos optan por no rebelarse, con la esperanza de que, en el más allá, su condición mejore. Frente a la opresión, la religión sirve como una suerte de opio para los oprimidos, que los mantiene dopados para distraerse frente a las adversidades, pero que a la vez les impide tomar acciones para transformar la sociedad y mejorar sus condiciones.
Incluso, el arte y el entretenimiento parecen ser aún otros instrumentos de los cuales se han valido Rico McRico y sus socios para asegurar su posición y mantener contenidos a los oprimidos. Sirve de mucho entretener a las masas con pan y circo, a fin de que olviden sus precarias condiciones de vida. Y, en la medida en que el arte exprese sublimidades, las masas contempladoras se verán imbuidas de esa sublimidad y, de nuevo, se mantendrán dormidas frente a la opresión. Los pormenores de un juego de fútbol o de un concierto de música rock pueden fácilmente distraer la atención respecto a las asambleas sindicales o los convenios colectivos de trabajo.
No obstante, valen dos advertencias. En primer lugar, probablemente Rico McRico no sea un genio perverso que calculó fríamente el contenido del derecho, la educación, la religión o el arte de su sociedad a fin de explotar a Pablo Pueblo. Lo más probable es que el derecho, el arte, la religión y la educación se fueron imponiendo gradualmente, sin que nadie así lo planificara deliberadamente. Y, en segundo lugar, no conviene afirmar que el único motivo por el cual la religión, el derecho, el arte o la educación han adquirido sus características especiales sea debido a su provecho para mantener dormidas a las masas. Éste sería apenas uno entre muchos otros factores.

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